miércoles, 15 de octubre de 2008

Big Bécares


Le recuerdo recostado en los cojines del Café del Mar de Santorini con cara de satisfecho, disfrutando de un mojito, entornando los ojos para ver mejor la puesta de Sol, con barba de tres días y el brazo por encima del hombro de su chica. "Me lo merezco", parecía decir su mirada. Después de un año en el que trabajó como un cabrón Big Bobby se merecía eso y mucho más. Parecía un Pachá ante su corte. Siguiendo su trabajo uno tiene la sensación de que está ante uno de los pocos periodistas que aún no han sucumbido a quedarse con la triste rueda de prensa, con la nota de agencia, con el todo vale de google. Cómo me gustaría trabajar junto a él. Bobby sigue en contacto con la calle porque él es la calle. Dejar de sentir el asfalto sería negarse a sí mismo. Por eso me caer bien, porque no hay hipocresía en su trabajo ni estafa en su persona. Bobby no entiende de poses ni corazas. Como dice Monsieur Gómez, tenían que fabricar su corazón en serie. A sus pies me tiene.


La foto se la hice en Benicàssim una tarde color cerveza.

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